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Lo que comes hoy, habla mañana

macrobiótica y bocadillos enfadados
Si cocinamos enfadados, nuestra comida creará enfado

En el Instituto Kushi de Estados Unidos disponen de una amplia biblioteca de la que hice uso durante mi estancia. Allí estaban a nuestra disposición infinidad de libros sobre macrobiótica, medicina china, salud, cocina general, filosofía, etc. Tomaba notas de aquellos libros que me soprendían. Uno de ellos fue un libro titulado “Zen and the art of cooking” de Jon Sandifer, consultor macrobiótico afincado en Londres.

De entre mis notas personales sobre el libro me gustaría compartir con vosotros un apartado en el que se resalta la importanacia del cocinar como medio de expresión. La traducción literal del apartado sería algo así como “Autoexpresión en el cocinar”. Sandifer enumera seis puntos que a continuación comento:

MINIMIZA EL USO DE RECETAS

El no estar atento a las medidas permite la entrada de la intuición. En este sentido cocinar se considera un arte, al igual que un pintor se coloca frente a un lienzo en blanco y deja a la intuición hacer su trabajo (basado en un estudio y formación previa), del mismo modo hacemos nosotros con nuestros platos vacíos. Hace algún tiempo escribí en un antiguo blog el siguiente fragmento sobre las recetas: “Las recetas no son el punto final, sino el inicio que lleva a la propia creatividad”.

SÉ CONSCIENTE DE TU ACTUAL CHI

Tu energía pasa a los alimentos. Cocineros cansados producen comida cansada. Este punto me recuerda a la charla impartida por el monje budista Dorje Dondrub en el I Congreso de Macrobiótica Mediterránea (Univerdidad Jaume I, Castellón 2010). Nos mostró como el estado de todo aquel que entre en contacto con el alimento afecta a la calidad del alimento en sí. El agricultor que lo cosecha, quien lo transporta, quien te lo vende, y por su puesto quien lo cocina. Por eso comentaba que en los monasterios budistas uno de los puestos más cuidados es el de cocinero. “Allí no cocina cualquiera”. Con esto no quiero desanimar a nadie, sino dar un toque de atención para que estemos atentos a nuestro estado cuando nos disponemos a cocinar.

CONFÍA EN EL PROCESO

Que la ansiedad no te pueda. Aprende a tener la capacidad de estar en calma en el aparente caos. El proceso no se diferencia de los fines. Algo creado con nervios, por bueno que esté, transmitirá nervios. Al mismo tiempo el mundo es incierto, incluso una receta no sabemos cómo saldrá, y si eso sumamos que es la primera vez que la ahacemos, que tenemos invitados en casa, lo más probable serán los nervios. Aceptemos la incertidumbre y confiemos en el proceso, que salga como salga, nuestro plato transmita calma y confianza.

PERMANECE EN EL MOMENTO PRESENTE

Que el cocinar sea tu meditación. Eso se traduce en observar pensamientos y emociones mientras se cortan las zanahorias, recuerdos mientras se cuece el arroz, preocupaciones acerca del futuro mientras se saltea la verdura… Observamos pero permanecemos con el cocinar, apenas nos alejamos volvemos a ese momento presente el que cogemos suavemente la cuchara y probamos cómo va nuestra obra de arte.

SUSPENDE EL JUICIO

Suspende el juicio sobre los distintos tipos de alimentos. Todo ingrediente es comestible y proviene de una misma fuente: Este planeta. Apreciarlo y adoptar un acercamiento flexible. Existen ocasiones en que lo más recomendable es hacer lo “no-recomendable”. De todas formas, deja por un momento los principios e ideales y decide si comer o no comer un alimento según el momento. De la misma manera hazlo para utilizar uno u otro ingrediente en tus platos.

¿CÓMO ESTÁS CUANDO COCINAS?

Evita cocinar cuando estás enfadado: “What you eat today, talks tomorrow” [Lo que comes hoy, habla mañana] Escribe Sandifer en su libro. Me pareció tan buena esta frase que decidí ponerla por título. Considera tus platos como aquello que contiene y transporta tu estado de ánimo.

Estos ha sido varios puntos que resaltan la importancia del “cómo” en la cocina macrobiótica. Cocinar no es solamente un labor mecánica en la que se combinan una serie de ingredientes para producir un resultado, sino una forma de comunicación cuya expresión material es un plato con comida pero cuyo efecto va más allá de lo visible. En macrobiótica cuidamos los ingredientes que no aparecen en las recetas.

Cocina con amor.

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Crema macrobiótica en el blog “Comer y callar”

desayuno de macrobiótica
Crema macrobiótica de calabaza, mijo y amaranto, fuente de energía para iniciar el día o reponer fuerzas cuando acaba

Mediante preguntas y respuestas cualquier cuerpo de conocimiento crece. Este es el caso de la gastronomía macrobiótica. Hace unos días una de las integrantes de la red social Macrobiótica: una forma de entender la vida, preguntaba qué podía tomar para desayunar. Varias fueron las respuestas: sopa de miso, cereales con bebida de soja, tostadas con miel, aceite y semillas de sésamo… Una de las respuestas me llamó la atención y quise, de inmediato, ponerme manos a la obra y degustar el resultado.

El plato que me cautivó fue una propuesta de Luzdivina, apasionada de la macrobiótica que realiza una magnífica labor a través de  su blog Comer y callar. Os recomiendo visitarlo y probar con algunas de sus recetas macrobióticas.

Vayamos con la receta que he elaborado hoy. Antes de copiarla tened en cuenta lo escrito entre corchetes y los comentarios finales.

Ingredientes para 4 raciones:

  • 1 vaso (capacidad 250ml) de calabaza [En la receta original no se especificaba la cantidad, yo decidí poner un vaso pero tras cocinarla me di cuenta que admitía el doble o el triple, así saldría más dulce]
  • 1/2 vaso de mijo
  • 1/4 de vaso de amaranto [quizás la mitad para no notar tanto sus pieles]
  • 1 litro de agua
  • 1 pizca de sal

Elaboración:

(1) Lava el mijo y el amaranto. Pela y lava la calabaza; (2) Vierte a la olla el agua, los cereales, la calazaba y la pizca de sal. Lleva a ebullición. Cuando empiece a hervir baja el fuego y tapa; (3) Hierve durante 20-30 minutos; (4) Apaga el fuego, deja enfriar unos minutos y tritura con la batidora. En este paso puedes añadir canela y piel de limón. Yo puse una cucharada de lecitina de soja para conseguir una textura más espumosa; (5) Servir

A continuación expongo una guía fotográfica de los pasos que di para convertir la receta en una realidad. Esta crema es una alternativa más para incorporar a nuestra lista de desayunos que, en vez de robarte, te dan energía. Para ver otro ejemplo de desayuno macrobiótico ir a a entrada Macrobiótica en casa, un desayuno típico.

mosaico crema macrobiótica
Pasos para la elaboración de la crema macrobiótica de calabaza, mijo y amaranto

COMENTARIOS

Tras 30 minutos la crema estaba lista. Me aventuré a probarla. Compartí la crema con una amiga y a los dos nos pareció que le faltaba dulzor, por ello recomiendo poner 2-3 vasos de calabaza en vez de 1. El mijo le daba esa sensación de estar comiendo algo realmente nutritivo, que podría tenerte “centrado” toda la mañana o reponerte de un día ajetreado por la noche. Noté que después de triturarlo, se notaban en el paladar algunas pieles que creo eran del amaranto. Para evitarlo pensé modificar la receta, quizás añadir menos amaranto. Dejo a vuestra elección la posibilidad de ajustar la receta a vuestros gustos personales, y una vez hecho esto seguir honrando su origen.

Por último, me gustaría agradecerle a Luzdivina el compartir esta receta macrobiótica con nosotros: “¡Gracias compañera! ¡Seguimos cocinando!”

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¡Agua! Tu cuerpo tiene sed

agua y macrobiotica
Una dieta macrobiótica debe aportar todo el agua que necesitas

La entrada de hoy me gustaría dedicarla a presentaros un libro: “¡Agua! Tu cuerpo tiene sed” de la editorial Obelisco. Su autor es Christopher Vasey, cuesta 8,25 euros y aclara muchas cuestiones sobre la hidratación.

En la dieta macrobiótica una de las cosas que más sorprende cuando nos iniciamos en ella es lo poco que se bebe. Recuerdo mis primeras visitas al centro ubicado en el sur de Francia, Cuisine et Santé, en el que se nos recomendaba beber lo mínimo. “Nada de agua, té kukicha o agua caliente con miso. Un trago de agua… ¡Ni se te ocurra!”. Estas recomendaciones chocan con las recomendaciones que oímos en los medios de comunicación, donde se nos insta a beber entre 2 y 3 litros de agua al día.

¿Qué hacer entonces? ¿Sigo las recomendaciones de la macrobiótica o lo que me dicen los médicos y nutricionistas?

Esta es una pregunta muy sabia porque dos afirmaciones hechas con tanta rotundidad deben de guardar parte de verdad. El libro de Christopher Vasey es una herramienta que nos permite reconciliar estas dos posturas: (A) Nutrición moderna: Bebe 2-3 litros al día;  (B) Macrobiótica tradicional: No es necesario beber, con unos pocos sorbos hay suficiente.

Christopher Vasey es un naturópata suizo que estudió en la Escuela de Naturopatía de Paris bajo la supervisión de P.V Marchesseau y Alain Rousseaux. En 1979 comienza su andadura en solitario, pero al mismo tiempo sigue estudiando a otros grandes nadturópatas. En 1981 comienza a impartir cursos donde agrupa y enseña lo aprendido, y en 1990 se estrena como escritor. Entre sus libros en español destacan los siguientes:

  • ¡Agua! Tu cuerpo tiene sed. Los secretos de una buena hidratación. Ediciones Obelisco
  • La importancia del equilibrio ácido-básico. Una visión práctica y completa. Editorial Edaf
  • El pequeño libro de la medicina natural: Manual para recuperar la salud y mantenerse sano. Editorial Urano

Si te interesa el libro que aquí reseño puedes acudir a la página web de ediciones Obelisco. Tienes que pinchar en Catálogo > Colecciones > Salud y vida natural > ¡AGUA! TU CUERPO TIENE SED. Podrás descargarte un fragmento del primer capítulo:

Ediciones Obelisco

En la primera parte del libro aprendemos el recorrido que el agua que ingerimos recorre en nuestro organismo, cuál es su función en cada uno de los lugares por donde pasa y cómo se relacionan las distintas partes (sangre, líquido extracelular, líquido intracelular). En otro capítulo nos muestra cuáles son las consecuencias de la deshidratación y cómo reconocerla en nosotros mismos. En la última parte del libro aparecen importantes recomendaciones sobre qué y cuánto beber.

A continuación daremos respuesta a dos preguntas utilizando la información que nos proporciona “¡Agua! Tu cuerpo tiene sed“:

(1) ¿Qué características debe tener una bebida para resultar fisiológicamente beneficiosa?

Vasey sugiere que una bebida beneficiosa debe de ser asimilada fácilmente por el tuvo digestivo y atravesar con facilidad las paredes de los capilares y de las membranas celulares. Hemos de procurar que no acarree inconvenientes cuando la tomamos a menudo. Un ejemplo de estos inconvenientes podría ser: un sabor que no nos guste, alterar las digestiones, estimular excesivamente el transito intestinal, o tener efectos demasiado relajantes o excitantes.

Por tanto, si tenemos en cuenta los requesitos expuestos arriba, el líquido más recomendable sería el agua, simple agua potable.  En el libro se profundiza en esta cuestión.

(2) ¿Cuánta agua beber al día?

Si tuviésemos que dar una cifra, escribe Christopher Vasey, esta sería 1,8 litros de agua al día (recordemos que la Organización Mundial de la Salud recomienda 2 litros). A pesar de esta recomendación el autor destaca que esta cifra está sujeta a numerosas modificaciones en función de varios factores, como por ejemplo, la cantidad de agua ligada que tomemos (agua que contienen los alimentos), cantidad de sal que tomemos, cantidad de alimentos secos y concentrados, cantidad de toxinas que produzcamos, e incluso el estrés que suframos a lo largo del día (el estrés acelera el metabolismo e incrementa notablemente la sudoración).

Si tenemos en cuenta todos estos datos comprenderemos porque una alimentación macrobiótica requiere una ingestión de agua menor. Por un lado, comer de forma macrobiótica hace que nuestro cuerpo produzca pocas toxinas, pues la dieta está compuesta de alimentos naturales, con pocos aditivos artificiales. El bajo consumo de carne también contribuye a reducir el número de toxinas que se derivan de su metabolismo. En macrobiótica se toman pocos alimentos muy secos y/o concentrados. Por otro lado, en macrobiótica se consumen gran cantidad de alimentos que al cocinarse son ricos en agua (cereales en grano, legumbres y verduras), aparte de las sopas que son frecuentes. Todo ello explica porqué no es necesario beber tanto como aquellas personas que siguen una dieta convencional. Experimentar lo que os digo. Fijaos como el consumo de ciertos alimentos pide agua -u otro líquido- de forma inmediata. Un filete de carne, una taza de chocolate, frutos secos tostados y salados… son ejemplos extremos de alimentos que piden agua. Una dieta más centrada, como la dieta macrobiótica, rica en cereales y verduras, es normal que pida menos agua.

Otra entrada que nos ayuda a integrar las posturas mantenidas por la macrobiótica y por la nurición moderna acerca de la hidratación es Cuánto tengo que beber en macrobiótica

 

 

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Macrobiótica sin leche

En el telediario de la 1 de TVE de hoy, se ha emitido una noticia en la que se hacía eco del descubrimiento por científicos canarios de  dos proteínas contenidas en la leche de vaca que causa alergias alimentarias. Aquí cuelgo un extracto de la noticia.

 

Científicos canarios descubren dos proteínas claves en el desarrollo de alergias alimentarias (3 agosto 2012)

 

Esta noticia nos recuerda que la leche de vaca no es un alimento para ser consumido en grandes cantidades por los seres humanos, al igual que no lo es la leche de rata, perros u otra especie animal. ¿Por qué nos empeñamos en consumir leche de vaca a pesar de las alergias y otras molestias que nos provoca como se puede comprobar en esta noticia? Desde la macrobiótica recomendamos reducir su consumo e incluso no tomar leche en absoluto. Existen alternativas para sustituir el hábito de tomar algo líquido en el desayuno o la merienda. Tenemos las bebidas vegetales como los preparados de arroz, avena o soja. Este tipo de bebidas cada vez más podemos encontrarlas en las grandes superficies y supermercados más pequeños. En Mercadona e Hiperber ya podemos encontrar bebida de avena o de arroz a un precio muy razonable (1,40 €). En las herboristerías encontramos más variedad por si queremos explorar los distintos tipos de marcas.

Si has notado que en ocasiones, o frecuentemente, te sienta mal la leche, puedes probar 2-3 semanas con las bebidas vegetales. Una dieta macrobiótica sin leche a menudo reporta mejoras instantáneas de nuestro estado. Prueba y  déjate guiar por tu propia experiencia. Una vez mi hermano me comentó:

La gente no come legumbres pensando lo sanas que son… proteínas de alto valor biológico, minerales, vitaminas, etc. Pero sí lo hacen con la leche y los productos lácteos. El marketing es muy agresivo y emparejamos los productos lácteos a las cualidades que nos venden mediante anuncios.

Se me está yendo la creencia de lo mucho que alimentan los productos lácteos.

Jane Plant, científica inglesa de reconocido prestigio internacional, nos recuerda en su libro “Tu vida en tus manos”, donde establece una relación entre el cáncer de mama y el consumo de lácteos, que la leche de vaca no es sólo un alimento con proteínas, hidratos de carbono y grasas, sino que en ella existen gran cantidad de sustancias químicas que provienen de los antibióticos con que se tratan a las vacas, de las hormonas que se les administran para aumentar la producción, incluso del pus que se genera en las ubres debido a las condiciones en las que están siendo mantenidas. Al mismo tiempo, nos recuerda que la leche de vaca es muy diferente a la leche humana.

Al comparar la leche humana con la de vaca, encontramos que la leche de vaca tiene el triple de proteínas, las mismas grasas, menos hidratos de carbono, casi 5 veces más calcio, 9 veces más fósforo, 3 veces más calcio y potasio,  2 veces más cloro, el mismo hierro y 3 veces más cantidad de solutos. Las diferencias entre la leche humana y la leche de vaca deja ver que son dos alimentos diseñados para cosas diferentes: una es para desarrollar personas, la otra terneros. La tradición y el marketing ha convertido este cruce de especies en algo natural, pero aunque mentalmente pueda estar asumido, a nivel fisiológico el organismo protesta.

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Una dieta macrobiótica para superar la enfermedad

Dieta macrobiótica y enfermedad
Una dieta macrobiótica puede utilizarse como herramienta, junto a otros tratamientos, para superar una enfermedad

La dieta macrobiótica tiene el objetivo de facilitar que el organismo mantenga un equilibrio compatible con una larga vida, es decir, es la dieta de la longevidad. Realizando los ajustes oportunos, este mismo enfoque puede utilizarse para recuperar la salud. No quiero decir que la dieta vaya a curar por sí sola una enfermedad, pero sí que va a tener un papel crucial en la recuperación. A este respecto podéis consultar la entrada sobre alimentación y cáncer titulada Alimentación anticáncer, entrevista a Odile Fernández.

¿Qué ajuste habría que hacer en una dieta macrobiótica para ayudar en la recuperación de una enfermedad?

El consultor macrobiótico Verne Varona nos aconseja en primer lugar asegurarnos de que nuestra dieta actual y estilo de vida no agravan nuestra condición. Por ejemplo, vivir en un entorno lleno de ruido seguramente agravaría cualquier dolencia. Para saber como compensar la existencia de ruido podemos ver la entrada Macrobiótica para compensar los efectos del ruido. En segundo lugar tendríamos que comprobar que nuestro plan de recuperación cubra los siguientes puntos:

  1. La dieta debe de ofrecer una buena nutrición. Con ello se refiere a que todos aquellos nutrientes que la ciencia ya ha identificado como esenciales para la salud deberían estar presentes. En algún momento del pasado se ha llegado a recomendar alimentarse únicamente de arroz integral de forma indefinida; tal cosa nos llevaría inevitablemente a la desnutrición.
  2. Los alimentos que tomemos deben de ayudar a desintoxicar el organismo a través de diferentes medios (heces, orina, respiración, expresión emocional, sudor, movimiento).
  3. La dieta debería contribuir a tener un nivel de glucosa en sangre estable. Evitando las subidas y bajadas de azúcar en sangre evitamos los altibajos emocionales, algunas enfermedades y los deseos incontrolables de tomar ciertos alimentos. Para ver una gráfica al respecto puedes ir a la entrada Beneficios de una dieta macrobiótica.
  4. La dieta debería fortalecer tu sistema inmune. En futuras entradas veremos de que alimentos se trata.

A modo de orientación general, los porcentajes de los distintos tipos de alimentos que se deberían consumir en una dieta macrobiótica para sanar son los siguientes:

  • 45% de cereales en grano
  • 5% de productos derivados de los cereales (pan, pasta, cuscús, etc.)
  • 35% de verduras
  • 5% de legumbres o proteína animal
  • Pequeñas cantidades de “lo que te apetezca”, algas, bebidas y aceites
guia macrobiotica salud editada
Porcentajes de alimentos para una dieta macrobiótica orientada a la recuperación de la salud. Imagen: Verne Varona (2009)

Otros aspecto importantes en una dieta para sanar son: (1) Reducir o evitar el consumo de platos precocinados, comida enlatada o congelada; (2) Masticar con atención; (3) Tomar pequeñas cantidades de alimentos fermentados, tipo chucrut.

Hemos de dejar de pensar en la alimentación como algo ajeno a nuestro estado psicológico y fisiológico. Lo que comemos influye en lo que pensamos y sentimos, y en el estado de nuestro organismo. Eso, por evidente que pueda parecer, no lo saben todos los médicos.  Es nuestro deber comunicarlo. Es nuestro deber, por respeto a la vida, poner las condiciones necesarias para que el cuerpo cambie de rumbo. Así le oiremos decir:  “Gracias, ahora sí que puedo. Ahora voy a curarme y tú seguirás viviendo y disfrutando de los tuyos. El mundo te va a cuidar”.

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