Una de mis primeras incursiones en la comida saludable fueron los copos de avena.
La dieta sana tiene mucho de anglosajón. Aunque nuestros nutricionistas ya eran conscientes de la relación dieta-salud, las fuentes de información anglosajonas tenían más eco. Fue así como me llegó la recomendación de tomar copos de avena.
En el mundo anglosajón, con otro clima, la avena es común y saben cómo comerla.
En el mundo lantino, más cálido, no sabemos mucho de avena. Tendría unos 14 años, compré una bolsa de copos y los tomé con leche para desayunar. Eran difíciles de comer, secos, como comer papel gordo. Pero mi afán de comer saludable hizo que me mantuviese en mi práctica.
Muchos años después me doy cuenta de mi imprudencia. Los copos hay que cocinarlos o, al menos, ponerlos a remojo durante la noche.
Para comer unas gachas de avena en condiciones, y evitar así la experiencia de comer-papel-gordo, puedes seguir las instrucciones del vídeo. Es lo básico, lo que no debes ignorar.
La receta del vídeo es la receta básica: copos, agua y sal. Puedes enriquecerla añadiendo bebida vegetal casi al final de la cocción. Puedes añadir dátiles, uvas pasas o ciruelas pasas, canela, anís u otras especias que te gusten. Puedes acompañar las gachas con unos frutos secos y un poco de fruta fresca, como en la imagen final del vídeo. Puedes endulzarla con melaza de arroz o de cebada, incluso añadirle crema de almendras para quien necesite más calorías. Con media taza (125 ml) tendrás suficiente para 1 ración.
Los copos de avena nos ofrecen una forma sencilla, más rápida, de tener gachas para desayunar.
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