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Recordando a Michio

Michio Kushi from World Government to Food from Macrobiótica Mediterránea on Vimeo.

Los líderes son importantes. Inician un movimiento, que es lo más difícil, para ser continuado después por sus seguidores. En el caso de la macrobiótica, el líder por excelencia fue Michio Kushi. Popularizó la macrobiótica como un movimiento para la mejora de la dieta y el estilo de vida. La dotó de un toque japonés, quizás espartano y muy estricto, pero útil para revertir muchos problemas de salud.

Desde el 28 de Diciembre de 2014, la macrobiótica ya no cuenta con Micho Kushi. Murió a los 88 años, como consecuencia de un cáncer de páncreas. Desde ese día también la salud del Instituto Kushi, en Becket, Massachussets, declinó, y cerró sus puertas en Febrero de 2017. Con ello, la difusión de la macrobiótica quedó a expensas de sus estudiantes y sus escuelas respectivas.

Si queremos reencontrarnos con Michio debemos viajar al pasado, y es por ello que te traigo un fragmento de una entrevista que se grabó en Octubre de 1996. Michio cuenta cómo pasó de querer cambiar el mundo a través de la creación de un gobierno mundial a empezar a hacerlo con la enseñanza de la macrobiótica.

Debido al inglés y a la dificultad para entenderlo, a continuación añado la trascripción del mismo. No es del todo literal, ya que he adaptado algunas expresiones para que fuese coherente y limpio desde el punto de vista escrito.

TRASCRIPCIÓN

Entonces, mientras estudiaba, empecé a considerar que, aunque el gobierno mundial se constituyese, aunque la federación mundial se crease, ¿qué pasaría con la enfermedad? El gobierno y el parlamento mundial no podían prevenir la enfermedad. ¿Qué pasaría con los crímenes? ¿Qué pasaría con las peleas entre personas? ¿Qué pasaría con la discriminación por la raza? La ley quizás podría prohibirlo, pero el odio individual, emocional, entre diferentes ciudadanos seguiría ahí. ¿Qué debía hacer ante esto? El gobierno, el parlamento mundial y las leyes no funcionarían. Debía de existir otra manera. Por tanto, empecé a cuestionarme una y otra vez. Así que, después de unas cuantas semanas pensando detenidamente, lo dejé todo, los estudios de ciencias políticas, los estudios de leyes y derecho internacional, y el curso de doctorado, lo dejé todo y acabé en Nueva York, en la quinta avenida, Times Square, y desde la mañana hasta la noche empecé a observar a miles, miles, miles de personas. Para llegar a saber qué era el hombre, qué era la humanidad. Pronto estuve confundido, entonces decidí qué observar. Esta semana miraré los ojos, la siguiente la nariz, la siguiente la boca, algunas semanas me fijé en la forma de andar, o en el pelo o la ropa, etc., etc. Me sorpendí al advertir que todo el mundo era diferente. No lo supe de forma tan clara hasta ese momento: la forma de andar, los ojos, la forma de hablar, la vestimenta,… todo el mundo.

El ser humano ha sido creado por el entorno y por lo que comemos. Entre todos los factores, el comer es el más directo y el que podemos controlar.

Cualquier elemento que recibamos desde fuera como la gracia cósmica o el sol, o los colores, o los estímulos nerviosos,… el aire que respiramos y todas esas cosas llegan y nos influyen, pero hoy por hoy, lo que podemos controlar al 100%, y elegir libremente, es la comida, la comida y la bebida, y llegué a la conclusión de que eso era lo que debía dominar.

Si no entendemos y controlamos lo que comemos, entonces caerémos enfermos, nos volveremos odiosos o cortos o egocéntricos. Si la entendemos y controlamos, entonces nos volveremos pacíficos, con gran espíritu y sanos, etc.

Justo en ese momento, recordé que, mientras buscaba un camino hacia la paz en el mundo, George Ohsawa me dijo: “Michio, algún día te encontrarás con la comida”. Ahora podía verlo: “¡Ah! Él quería decir esto”. Y en ese momento me empecé a interesar mucho por la comida. Antes de aquello yo comía a veces hamburguesas y a veces bebía Coca-Cola. Por cierto, la primera Coca-Cola que bebí fue con George Ohsawa en la escuela de Hiyoshi, en Tokyo, cuando lo visité. Él dijo: “Michio, vamos a beber Coca-cola. ¿La conoces?” Yo le dije que no. “Lima, por favor, trae Coca-cola”. Llamó a su mujer. Ella la trajo. [Ohsawa bebió] “¡Um, está deliciosa! ¡Bebe!” Yo bebí: “¡Parece medicina! ¡Uuuuff!”. Entonces Lima dijo: “¡No le des a Michio, es muy yin!”

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