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Pensaba que la macrobiótica era una dieta pasada de moda

Macrobiótica dieta pasada de moda

 

Trabajo en Sha Wellness Clinic, un resort de la costa mediterránea.

En una cena con huéspedes hace unas semanas, uno de ellos expresó su sorpresa por lo buena que estaba la comida. Ella pensaba que la dieta macrobiótica era una dieta anticuada.

La macrobiótica evoluciona, como lo hacen otros campos.

Existe una “macrobiótica vintage”. Inventé el término para distinguirla de otras versiones más modernas. Si la macrobiótica tuviese una edad de oro, ésta sería los años 80. En esta década el número de publicaciones, charlas y escuelas superó con mucho a otros tiempos. La macrobiótica que se practicaba en esos años es la macrobiótica que ha quedado en la mente colectiva.

¿Cómo era la macrobiótica de los años 80?

Era una forma de alimentarse con las siguientes características:

  • Casi vegana. Sólo se consumía pescado blanco 1, o como mucho, 2 veces por semana.
  • Sabores suaves. Apenas se utilizaban especias, sal, o alimentos con sabores intensos (huevos, carne, grasas, lácteos, azúcar).
  • Poca grasa. Ninguna grasa animal. Se utilizaba el aceite de sésamo para los salteados, en  muy poca cantidad (1 cucharadita al día o cada 2 días por persona era lo recomendado, así aparece en el libro The Macrobiotic Way).
  • Orientación japonesa. Uso de productos típicos de Japón, como por ejemplo, los condimentos (vinagre de arroz, umeboshi, shiso…), el arroz, las algas, la sopa de miso.
  • Presencia de cereales en grano, poco pan y pasta. Los cereales en grano se consumían tres veces al día.
  • Nada de dulces. Como mucho algunas cremas elaboradas con crema de cereales o algunos postres elaborados a base de manzana o pera.
  • No congelado o enlatados. Se promovía el consumo de alimentos frescos y biológicos.
  • Requería tiempo. Los cereales en grano y las legumbres ocupaban un lugar central en la alimentacióny había que cocinarlos.
  • Varios platos. La elaboración de una sopa, un segundo, verdura vapor, té, etc.
  • Poco uso de alimentos crudos: frutas y ensaladas.

Hoy en día, con la contribución de los profesores de 2ª y 3ª ola, la práctica de la macrobiótica se ha vuelto más compleja. Ya no existe un sólo modelo o tipo de alimentación, sino que existen varios, en función de los profesores y del caso en que se aplique. Podemos encontrar profesores que recomiendan un veganismo total, pero también otros que incluyen algunas porciones de carne y caldos de huesos.

En otros posts intentaré explicar el porqué de tal convivencia entre profesores de visiones diferentes.

En todo caso, podemos observar una evolución en la práctica de la macrobiótica como por ejemplo:

  • En algunos casos se incluyen más alimentos de procedencia animal.
  • Es más sabrosa.
  • Contienen más grasas saludables como aceite de oliva y aguacate.
  • No depende de los productos japoneses, sino de los tradicionales de la zona de la que se trate.
  • Se buscan formas de que sea rápida y práctica, con la ayuda de la planificación y de la nevera.
  • Se incluyen más frutas y ensaladas.

Como conclusión podríamos decir que, aunque los orígenes de la macrobiótica nos lleven a una dieta de los años 80, no se ha dejado de avanzar a través de la actividad de los estudiantes de Michio Kushi. Aunque la dirección tomada por esos profesores a veces sea distinta (más animal, menos animal), en todos los casos la dieta se hace más rica, incluyendo más variedad de platos , más opciones de otras culturas y más sabores. Por ello a la huésped que tuve en Sha le pareció tan rica la dieta.


NOTAS

[1] Imagen del post extraída del libro: Kushi, A. y Esko W. (1987). Macrobiotic Family Favorites. Tokyo and New York: Japan Publications, Inc.

[2] Libro donde se recomienda 1 cucharadita de aceite de sésamo al día: Kushi, M. y Blauer, S. (1985). The Macrobiotic Way. Wayne (New Jersey): Avery Publishing Group Inc. P. 76. En español títulado El libro de la macrobiótica. Por cierto, en la traducción española del libro se recomienda “una tacita de las de té al día”, lo cual es un error de traducción (ver pág. 105). Editorial Edaf.

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