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La macrobiótica se ocupa del terreno

“Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron. Otra parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas se secaron por falta de humedad. Otra parte cayó entre los espinos que, al crecer junto con la semilla, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buen terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno”

Parábola del sembrador. Lc 8:4-15

Muchas enfermedades surgen porque el organismo presenta las condiciones ideales para su desarrollo, de la misma manera que una semilla crece si las condiciones son favorables. La medicina actual se centra en las enfermedades ignorando el terreno, lo que contribuye a no encontrar remedios definitivos contra muchas de nuestras dolencias.  Si no disfrutamos de un terreno en buen estado, cualquier virus o bacteria puede causar estragos, y hay miles de ellos. La medicina actual no está equivocada, pero deja fuera una parte importante que la macrobiótica contempla: El terreno.

¿Cómo cuidar el terreno para que el propio organismo pueda combatir las enfermedades y/o ayudar al tratamiento médico si este fuese necesario?

Un terreno en buen estado goza de varias características, en este post y ayudados por el libro de Odile Fernández, Mis recetas anticáncer,  desarrollaremos 3 de ellas:

EL SISTEMA INMUNE

El sistema inmune es el ejército que nos protege de las invasiones externas así como de los rebeldes de nuestro propio bando. Un sistema inmune fuerte significa frenar a tiempo revueltas indeseadas. A lo largo del día estamos haciendo cosas que lo debilitan o lo fortalecen, veamos algunas de ellas:

  • Nuestras emociones influyen en el funcionamiento de algunas de las células inmunitarias. En un estudio con mujeres de cáncer de ovario se comprobó cómo el estrés, la angustia y la falta de apoyo social hacen que las natural killer (un tipo de célula de nuestro sistema inmune) sean poco activas y en consecuencia los tumores más agresivos. Por otro lado, las intervenciones psicosociales que enseñan a los pacientes con cáncer a manejar el estrés han demostrado ser muy positivas, mejorando la actividad de las natural killer y ofreciendo un pronóstico favorable de evolución del cáncer. 
  • Existen fármacos que, paradójicamente, inhiben a las células inmunitarias: corticoides, quimioterapia.
  • Otras sustancias estimulan al sistema inmune. Las sustancias más potentes hasta ahora encontrados son los betaglucanos, extraídos en laboratorio de las algas y las setas; incorpóralas a tu dieta!
  •  Una alimentación occidental, con gran cantidad de grasas, azúcar y alimentos procesados, inhibe el sistema inmune.
  • Una alimentación basada en alimentos naturales, rica en fruta, verdura, cereales, legumbres, frutos secos, etc. estimula el sistema inmune. En este sentido la macrobiótica representa un modelo de dieta adecuado.
  • La falta de ejercicio físico debilita el sistema inmune, mientras que el ejercicio moderado lo estimula. El ejercicio físico intenso que supone una carga excesiva para el organismo debilita el sistema inmune.
  • El apoyo social favorece al sistema inmune, por el contrario, el aislamiento lo inhibe.

LA INFLAMACIÓN

Un terreno inflamado de forma crónica favorece la aparición de enfermedades. La inflamación es un proceso natural y necesario para la reparación de nuestros tejidos, pero una inflamación crónica hace que los tejidos se irriten provocando síntomas molestos. Se ha demostrado que la inflamación crónica favorece la aparición del cáncer. ¿Qué provoca la inflamación crónica?

  • Infecciones crónicas como por ejemplo: infecciones del tracto intestinal por helicobacter pylori, prostatitis, enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa), virus del papiloma humano.
  • Exposición continuada a tóxicos: humo de tabaco, amianto, y otros.
  • La vivencia continuada de emociones como la ira, la envidia, el resentimiento, ansiedad o estrés.
  • Una alimentación basada en alimentos procesados ricos en azúcares, grasas saturadas, omega 6 y grasas trans. Una alimentación pobre en verduras y fruta.

Para evitar la inflamación crónica del organismo aquí hay algunas cosas que podríamos hacer:

  • Acudir al médico cuando detectemos algún tipo de infección para poner tratamiento cuanto antes y no cronificarla.
  • Controlar el ambiente al que estamos expuestos. Evitar en lo posible el humo de  tabaco, el humo de los coches y las radiaciones electromagnéticas.
  • Mantener un estado en calma. Si quieres saber algunas pistas de cómo conseguirlo puedes visitar la entrada Un enfoque macrobiótico de la forma y el espacio.
  • Evitar los alimentos inflamatorios, que son: la carne, los productos lácteos, los huevos, el aceite de soja, maíz y girasol, la margarina y mantequlla, el maíz, las patatas, las harinas refinadas, el arroz blanco, los helados, productos que contengan azúcar blanco, azúcar moreno, miel, sirope de arce y glucosa.
  • Introducir en la dieta alimentos antiinflmatorios: pescado azul, frutos secos y semillas, especias y hierbas aromáticas, verduras, algas y setas, fruta y bebidas como el té verde o el vino tinto.

EL pH

Un pH entorno a 7,35 favorece que todas las funciones de nuestro organismo se lleven a cabo correctamente. El pH, o nivel de acidez-alcalinidad, es una variable puesta de moda recientemente, ya que gente famosa está siguiendo una dieta basada en este valor (más en el post: La macrobiótica está de moda). Es una variable que se relaciona con las dos anteriores, pues un estado ácido inhibe el sistema inmune y favorece la aparición de inflamación.

¿Qué hacer para tener un pH entorno a 7,35, es decir, ligeramente alcalino?

  • Evita comer gran cantidad de alimentos acidificantes como son la carne, el embutido, los huevos, los cereales y el azúcar blanco.
  • Incorpora a la dieta alimentos alcalinizantes, especialmente las verduras de hoja verde. También otros alimentos como almendras, castañas, uvas pasa, dátiles y aceites de primera prensión en frío.
  • Cuida tu estilo de vida, evitando el estrés, el dormir poco y la falta de ejercicio.

Si quieres ampliar este tema puedes visitar las entradas siguientes:

En muchos casos las enfermedad no bajan del cielo, sino que son el resultado de muchos años de un terreno abonado para ello. Con la entrada de hoy hemos intentando tomar conciencia de ello y saber qué cosas podemos hacer para tener un terreno repleto de salud.

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Masticar: Una solución para el malestar emocional

macrobiótica y malestar emocional
Descubre qué sucede al masticar conscientemente cada bocado. La macrobiótica no es sólo nutrición.

Existen dos maneras diferentes de abordar el malestar emocional: (1) Dirigiendo nuestra atención hacia fuera. Es el modo que nos han enseñado desde pequeños. Te sientes mal, buscas la causa “ahí fuera” y la cambias. (2) Otra forma: Te olvidas de todo y te centras en ti mismo. Nadie nos habló acerca de ello cuando estábamos creciendo.

Jiddu Krishnamurti solía decir que la solución a un problema está en el problema mismo, no fuera de él. ¿A qué se refería con ello?  ¿Y que relación tiene con el acto de masticar?

Cuando nos sentimos mal, nuestra inercia es mirar hacia fuera, dirigir nuestra atención hacia todo lo que no es el malestar emocional. Miramos nuestras relaciones, nuestra situación laboral, nuestra economía, nuestra conducta,… todos son candidatos a los que colgar el cartel de “Soy la causa de tu malestar”. Si logro averiguar cuál es la causa y la arreglo, dejaré de estar mal. El método a veces funciona y a veces no. Lo curioso de todo es que nunca parece ser suficiente, ya que el malestar acaba por volver al cabo de un tiempo.

¿Existe algún remedio contra el malestar emocional recurrente? Krishnamurti apunta en esa dirección. Él dice: “No mires a ninguna otra parte, quédate con lo que es, es ahí donde está la solución”. Y para quedarse con lo que es uno ha de aprender a observar sin juicio. Para observar sin juicio podemos practicar con diferentes actividades, una de ellas es la masticación (además tendremos beneficios adicionales, ver última parte de la entrada).

Cualquier actividad que realicemos de forma consciente, observando, facilitará la observación de cualquier otra cosa que ocurra en nosotros (pensamientos, emociones, sensaciones físicas, movimientos). Podemos elegir realizar alguna práctica formal, como la meditación o el yoga, pero también podemos elegir una práctica cotidiana como lavar los platos, caminar hasta el lugar de trabajo, o bien, masticar.

Masticar conscientemente nos permitirá ser testigos sanadores de nuestro malestar emocional. Recuerdo que en una ocasión, estando en la escuela de macrobiótica Cuisine et Santé (Saint Gaudens, Francia) tuve una riña con uno de los trabajadores. Durante la comida siguiente me centré en la masticación, cada bocado, 50 veces, cada bocado, 50 veces, conscientemente… Para mi sorpresa fui testigo de la disolución del malestar. ¡Fue tan claro el efecto de masticar conscientemente! Fue algo tan físico y real; una nube de humo deshaciéndose en el cielo.

Masticar no sólo nos ayudará a sortear con éxito períodos de malestar emocional, sino que además nos aportará las siguientes ventajas:

  • Convertirá la comida ingerida en trozos diminutos, lo que aumenta su área expuesta a las enzimas digestivas de la saliva y los jugos gástricos, mejorando así la digestión y abosorción.
  • Se producirá más saliva, la cual contiene importantes enzimas que ayudan a extraer los nutrientes del alimento y neutralizar los parásitos contenidos en la comida (prevenimos así las caries o otro tipo de infecciones). Recomendada por estas razones en el super-ventas “La Enzima Prodigiosa” (pincha para ver un resumen del libro en este blog).
  • Favorecerá el predominio del sistema nervioso parasimpático por encima del simpático, lo cual le dice a todo el cuerpo: “Ahora toca hacer la digestión, nada de distracciones ni estreses”. Todo ello tiene un efecto relajante.
  • Compensará la falta de hidratación de alimentos como panes y galletas; alimentos densos que nos obligan a beber más de lo necesario.
  • Nos permitirá extraer los sabores de los alimentos integrales como cereales y verduras. Disfrutamos más de la comida.
  • Comeremos menos, pues al tardar más tiempo en ingerir la comida percibimos antes las señales de nuestro cuerpo diciéndonos que estamos saciados. Si comemos menos perderemos peso en caso de sobrarnos unos kilos. Para más recomendaciones para perder peso puedes ir a “Un método para perder peso con macrobiótica“.
  • Estaremos más tiempo en el presente, pues al estar atentos a la masticación advertimos cuando los pensamientos y/o imágenes mentales intenten llevarnos a cualquier otro sitio.

En la macrobiótica tradicional se recomienda masticar cada bocado alrededor de 50 veces. En mi opinión esa cifra hemos de tomarla como referencia y no de forma estricta. Detrás de esa cifra se esconde la recomendación más sencilla de “mastica bien lo que comes”. En este sentido, el consultor macrobiótico Verne Varona nos sugiere que no contemos las veces que masticamos,  pues puede llegar a obsesionarnos y a comer mecánicamente. En cambio, sugiere que elijamos un día a la semana, una comida, y que mastiquemos conscientemente cada bocado, sin prisa. Los efectos de esa comida irán calando en las comidas siguientes, casi sin notarlo, de forma natural.

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